Una
de las vecinas llamó a la policía al oír jaleo en la casa de al
lado, en cuanto llegaron encontraron y una masacre, primero fueron a
la habitación a la que pertenecía el matrimonio
estaban
tumbados juntos en la cama con los ojos vendados, tapados con una
sabana hasta el cuello.
Todo
el suelo alrededor de la cama estaba lleno de sangre, y en las
mesillas de los lados se encontraban los ojos de los dos, rodeados
por un circulo de sangre y una pequeña vela negra.
-Dios
bendito.
El
inspector Samuel fue el primero en ver eso, no entendía como alguien
podía hacer eso a alguien.
Samuel
tendría unos 40 años era de estatura media pelo castaño corto y
ojos marrones, era un tipo serio y bastante estricto.
Detrás
de él entró una chica mas joven, unos 26 años, rubia y de ojos
azules, bastante guapa, su nombre era Abie, ella era la forense, era
mas amable y divertida aunque su trabajo se lo tomaba bastante en
serio.
-Madre
mía, ¿como es que pueden hacerle eso a una familia?
-¿Familia?
-Si,
tenían un hijo, de unos 16 años.
-¿Él
también esta muerto?
-Esta
en coma, a el no le ha tocado solamente le pegó un buen golpe en la
cabeza.
-Eso
no tiene sentido.
-Yo
solo te digo lo que ha pasado.
-Los
ojos, están vendados...
-¿Señal
de remordimiento?
-No,
eso es señal de que para el asesino ellos dos estaban ciegos, por
eso le arranca los ojos y les venda.
-Entonces,
¿les conocía?
-Es
posible.
Abie
iba a ver los cadáveres, cuando retiró la sábana se quedó
impresionada con lo que vio.
-Ab,
estas bien.
-No
es....posible
Samuel
se acercó a ella y entendía lo que esta decía, ni una misera
herida, estaban perfectos.
Lo
único que faltaba en su cuerpo eran los ojos, la única herida que
tenían era la de los ojos.
-Es
imposible, hay demasiad sangre en el suelo como para que solo les
falte los ojos.
Abie
no se creía lo que veía, tanta sangre y que no haya ningún sitio
del que pudiera salir.
-Ab,
esto te lo dejo a ti, quiero saber de quien es toda esta sangre y
aparte si no te importa podrías investigar si esto es una especie de
ritual satánico o algún otro.
-Entendido.
Ab
se llevó los cuerpos para hacerles la autopsia e investigar que
podría haber pasado.
Mientras
tanto samuel fue al hospital a visitar al joven.
En
el hospital David oía todo pero no podía abrir los ojos o hablar,
solo podía escuchar, era bastante
agobiante,
entonces oyó la puerta abrirse y los sonidos de unos tacones rompían
el eterno silencio.
Una
joven de cabello oscuro y ojos grises entró en la habitación y miró
al joven, David podía sentir su mirada penetrante, no sabia como
sabia que le estaba mirando simplemente, lo sabia.
La
chica no solamente era nueva en el hospital si no que también en la
ciudad. La nueva enfermera y cuidadora de David se sentó en la silla
de al lado de la camilla, cruzó las piernas y enredo los dedos de
una mano con la otra.
-Se
que puedes oírme y creo que sabes en lo que estas metido pequeño.
David
estaba asustado e intrigado, aunque su rostro seguía inexpresivo, su
mente imponía miedo.
-Y
si no lo sabes, poco a poco ya te lo iré contando yo, por cierto mi
nombre es Melinda.
La
joven se levantó de la silla y se dirigió a la puerta, antes de
salir giró su cabeza y le miro fijamente.
-Me
da pena que un chico como tu tenga que vivir con el tormento con el
que vivirás.
Después
de eso salió de la habitación, sus tacones seguían resonando por
el pasillo.
Tras
unos 10 o 15 minutos (realmente lo que era el tiempo era muy confuso
para el)
oyó
a otra persona acercarse, supuso que no era Melinda, ya que esta vez
no era un sonido de tacones. Esta vez el ruido eran de zapatos de
hombre, era increíble como había mejorado su oído.
El
hombre se sentó en la silla en la que momentos antes la otra mujer
se había sentado.
-Así
que tu eres David ¿verdad?
David
permaneció callado, no se movía, simplemente escuchaba lo que ese
hombre decía.
-David,
tus padres han sido asesinados, necesitamos saber lo que sabes.
Samuel
se deprimía al no oír un mero sonido, lo único que rompía el
silencio era su voz. Se levantó de la silla y se dirigió a la
puerta.
-Espero
que te despiertes pronto, sin ti no descubriremos nada.
De
la boca del inspector se escapó un suspiro y en la mente de David
había una terrible guerra, una parte tenia la fuerza suficiente para
despertarse, la otra impedía ese acontecimiento, poco a poco en su
mente se fue cansando, entrando del todo en un profundo, profundo
sueño.